Cada vez más a menudo leemos la noticia de algún dron que ha sido incautado en alguna cárcel española. En la prisión de Ceuta, de hecho, esta es una situación que últimamente se vive a diario. Hace poco fue desarticulada una red dedicada al tráfico de drogas entre Ceuta y Marruecos mediante el uso de estos aparatos (Operación Rond-Hornet), que fueron bautizados como los «narcodrones». También han sido interceptados drones transportando al interior de una cárcel móviles de última generación, así como otros objetos prohibidos en prisión (cargadores, bebidas alcohólicas, medicamentos. etc.).
En la jerga carcelaria se denomina “trapicheo” a la venta al menudeo de drogas y fármacos entre los internos. Por qué hay droga en prisión o cómo se trafica dentro es algo que va estrechamente unido al cómo puede entrar en el recinto penitenciario. La capacidad de innovar en los métodos para burlar los controles y la seguridad penitenciaria trae como resultado una realidad que supera muchas veces la ficción. Con la invención de los drones, los sistemas de seguridad y vigilancia dentro de las instalaciones penitenciarias han aumentado inevitablemente. En especial por las noches, cuando sobrevolar un dron cargado de mercancía es más probable que pase desapercibido. Los pilotos de drones pueden, incluso, depositar su carga en las ventanas de las celdas de la prisión.
La vigilancia exterior de las cárceles la llevan a cabo la Guardia Civil o la Policía, por lo que son la primera barrera de seguridad contra estos aparatos teledirigidos. No obstante, si consiguen rebasar este obstáculo, son los funcionarios de prisiones los encargados de vigilar la entrada de drones en las instalaciones penitenciarias. Los funcionarios de prisiones sienten temor desde que los drones empezaron a aparecer ya que son una amenza constante a la seguridad en una cárcel.
Si pueden introducirse drogas o teléfonos mediante drones, burlando todas las medidas de vigilancia en prisión, ¿por qué no un arma, por ejemplo? Existen drones, además, capaces de transportar mercancías de hasta al menos 100 kilos. Por otro lado, los drones no solo pueden introducir objetos peligrosos, sino que también provocan en ocasiones daños a las instalaciones al estrellarse. Y lo que es aún peor, las hélices de estos aparatos han causado lesiones a funcionarios que se encontraban realizando su labor de vigilancia. Los trabajadores penitenciarios llevan tiempo, por ello, reclamando la instalación de sistemas antidrones, como ya existen en aeropuertos, recintos militares o centrales eléctricas. Hace años que se toman medidas en las prisiones españolas, no solo por este motivo, sino también por los intentos de fuga en helicóptero protagonizadas en prisiones de todo el mundo, también en nuestro país.
La Guardia Civil desarticuló una organización criminal que introducía drogas y móviles en la cárcel de Córdoba mediante drones. Los drones volaban de noche y estaban equipados con cuerdas y sedales transparentes, permitiendo que los objetos colgaran y fueran recogidos por los internos a través de las ventanas de sus celdas. La organización contaba con un especialista en pilotaje de drones, quien eliminaba cualquier tipo de iluminación para evitar ser detectados. La investigación comenzó cuando un dron se estrelló cerca del centro penitenciario, lo que llevó a las autoridades a descubrir el modus operandi. Seis personas fueron detenidas, algunas de ellas ya cumpliendo condena en distintas prisiones.
Día a día de un funcionario de prisiones y de los internos (IIPP)
Los bloqueadores de señal o los inhibidores de frecuencia no son una solución adecuada, ya que afectan a otras conexiones por radio, lo que perturba la comunicación entre los funcionarios de la prisión. Existen soluciones ópticas, pero generan falsas alarmas. Y los sistemas acústicos no son suficientes, ya que no llegan a interceptar algunos drones cada vez más silenciosos. Por ello, la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias lleva un tiempo probando el dispositivo “EnforceAir”, fabricado por el empresa israelí D-Fend Solutions. Comenzando por la prisión de Málaga I, en Alhaurín de la Torre, el uso de este sistema se irá extendiendo al resto de prisiones españolas. El objetivo es neutralizar los drones que sobrevuelan los recintos penitenciarios, y que cada año van en aumento. Este dispositivo permite identificar los drones y automáticamente tomar el control, haciéndolos aterrizar de forma segura en una zona concreta. Si existiera algún tipo de dron autorizado, este permanecería operativo sin verse afectado. Este sistema posibilitará captar, incluso, el lugar desde el que ha despegado el dron, así como la ubicación del “piloto” que maneja el control remoto. Cuando aparezca una aviso de dron en la zona de alerta definida, los funcionarios podrán recibir información en tiempo real sobre las áreas y puestos de vigilancia en riesgo, de manera que puedan prepararse para actuar a tiempo.
Jurista del Cuerpo Superior Técnico de Instituciones Penitenciarias
12 años de experiencia en prisiones. Autora de juristadeprisiones.com desde 2014, un blog sobre desconocido mundo de la cárcel. Aboga por un reconocimiento real del papel de la Criminología en las prisiones.
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