Antes de analizar los datos hay que tener muy claro las diferencia entre reingreso, reincidencia y reinserción social. El reingreso se refiere al acto de volver a ingresar a una institución penal después de haber sido liberado (ya sea por el mismo delito o no). La reincidencia sin embargo se refiere a la comisión del mismo delito por parte de una persona que ya ha sido previamente condenada. La reinserción social trata de proporcionar a los reclusos las herramientas necesarias para cambiar su comportamiento, adquirir habilidades y valores positivos, y reintegrarse de manera efectiva en la sociedad. La reinserción social es un objetivo fundamental en casi todos los sistemas penitenciarios del mundo. Sin embargo, esta tarea no es fácil y se enfrenta a numerosos obstáculos. ¿Cuál es y cómo se calcula la tasa de reincidencia? Es de los indicadores clave para evaluar la efectividad de la reintegración, mide la proporción de exreclusos que después de ser liberados vuelven a ser encarcelados por el mismo delito. Lamentablemente, esta tasa suele ser alta en muchos países, lo que sugiere que los sistemas de justicia penal no están logrando sus objetivos de rehabilitación. En promedio, la tasa de reincidencia a nivel mundial es del 30% al 40%, pero es un dato muy complicado de calcular ya que varía enormemente de país a país, lo que significa que alrededor de un tercio de los liberados regresan al sistema penitenciario en un período de tiempo relativamente corto. Esto plantea preguntas cruciales sobre la efectividad de los programas de reinserción y la calidad de la atención que se brinda a los internos.
A nivel global los principales dificultades para la integración real de los internos en la sociedad son las siguientes. Sobrepoblación carcelaria: conocido también como hacinamiento, en muchos países, las cárceles están sobrepobladas, lo que dificulta proporcionar programas de rehabilitación efectivos debido a la falta de recursos y espacio. Estigmatización social: los exreclusos a menudo enfrentan la estigmatización y la discriminación en la sociedad, lo que dificulta su reintegración. Falta de recursos: muchos sistemas penitenciarios carecen de los recursos necesarios para brindar una atención adecuada y programas de rehabilitación efectivos. Cuestiones de salud mental y adicciones: un alto porcentaje de reclusos enfrenta problemas de salud mental y adicciones, lo que complica aún más su proceso de reinserción.
Con datos de 2023, España tiene una población carcelaria de aproximadamente 54,000 internos. Este número ha fluctuado a lo largo de los años, pero sigue siendo significativo. La gestión de una población carcelaria de esta magnitud plantea desafíos considerables para garantizar la efectividad de los programas de reinserción. Las tasas de reingreso/reincidencia en España han sido históricamente un tema de preocupación. Según un estudio realizado por la Central Penitenciaria de Observación entre 2009 y 2019 y sobre una muestra muy significativa de 19.909 personas excarceladas la tasa de reingreso en prisión fue del 26,76% (alrededor 1 de cada 4 personas que estuvo en prisión volvió a ser encarcelada). Ahora bien, siendo solo el 19,98% la tasa de reincidencia (regresan a prisión debido al mismo delito). Los datos muestran que la reincidencia se suele producir en la mayoría de los casos antes de los tres primeros años desde la puesta en libertad. Además, se ve una tendencia de la profesionalización del delito (delinquir como forma/trabajo de vida). En caso de tráfico de drogas o robo la reincidencia es del 76,29%, y en caso de homicidio del 6.65%. Aunque esto puede considerarse mejor que la media mundial, sigue siendo un número alarmante que indica la necesidad de mejorar los programas de reinserción. El sistema penitenciario español ha implementado una serie de programas y políticas destinados a promover la reinserción. Estos incluyen programas de formación y educación, programas de tratamiento para adicciones y apoyo psicológico, así como medidas de reinserción laboral. Estos son conocidos como Programas individualizados de tratamiento (PIT). Las actividades prioritarias de estos programas se centran en superar las dificultades más importantes de un interno como por ejemplo la drogodependencia, agresores sexuales, etc., y también sobre carencias formativas como el analfabetismo y la formación profesional. La figura del funcionario de prisiones y del psicólogo de prisiones juegan un papel fundamental en el éxito de estos programas. Los funcionarios de prisiones tienen la responsabilidad de mantener un entorno seguro y ayudar en la rehabilitación de los internos. Su papel es esencial para crear un ambiente que promueva la reflexión y el cambio positivo. Por otro lado, los psicólogos de prisiones desempeñan un papel crucial en la evaluación de las necesidades de los internos y en la provisión de terapia y apoyo psicológico.
Un aspecto fundamental en la reinserción es tratar al recluso con respeto y dignidad. La Constitución Española de 1978, en su artículo 25.2, establece lo siguiente "Las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad estarán orientadas hacia la reeducación y reinserción social y no podrán consistir en trabajos forzados. El condenado a pena de prisión que estuviere cumpliendo la misma gozará de los derechos fundamentales de este Título, a excepción de los que se vean expresamente limitados por el contenido del fallo condenatorio, el sentido de la pena y la Ley Penitenciaria. En todo caso, tendrá derecho a un trabajo remunerado y a los beneficios correspondientes de la Seguridad Social, así como al acceso a la cultura y al desarrollo integral de su personalidad". Este principio subraya la importancia de tratar al recluso como un ser humano con derechos, independientemente de su historial criminal. El efecto Pigmalión, propuesto por el sociólogo Robert K. Merton, sugiere que las expectativas de los demás pueden influir en el comportamiento de una persona. Si tratamos a los reclusos como criminales sin esperanza, es más probable que se comporten de esa manera. Por otro lado, si se les trata con respeto y se les ofrece apoyo en su proceso de cambio, es más probable que busquen la rehabilitación. La autoimagen de un individuo desempeña un papel crucial en su proceso de reinserción. Si un recluso se ve a sí mismo como alguien incapaz de cambiar o mejorar, es menos probable que busque oportunidades de rehabilitación. Por lo tanto, es esencial fomentar una autoimagen. El sociólogo Erving Goffman también destacó la importancia de la interacción social en el comportamiento de las personas. Su concepto de la "profecía autocumplida" sugiere que cuando las personas son etiquetadas o estigmatizadas, tienden a comportarse de acuerdo con esas etiquetas. En el contexto de la reinserción, esto significa que si tratamos a los reclusos como criminales irredimibles, es más probable que actúen de esa manera. En el campo de la psicología podemos mencionar a James Bonta, quien ha desarrollado el modelo de "Evaluación y Gestión de Riesgos y Necesidades" (Risk-Need-Responsivity, RNR) y a Elizabeth Gondolf por sus investigaciones significativas en el campo de la violencia doméstica y la reinserción de agresores.
¿Funciona la reinserción social? ¿Son las cárceles, rodear a internos de otros internos, el mejor modelo para enseñar y fomentar otro comportamiento? ¿En qué países está la reinserción funcionando mejor? En países como Noruega y Finlandia se destacan por sus enfoques progresivos y exitosos en la reinserción de reclusos. Estos países han invertido en programas de rehabilitación, educación y trabajo dentro de las cárceles, y han creado entornos carcelarios que enfatizan la dignidad y el respeto. Sus bajas tasas de reincidencia son testimonio de la efectividad de estas políticas. En España 1 de cada 4 personas que estuvo en prisión vuelve a entrar. Esto es un claro indicador de que se debe de continuar trabajando hacia la mejora de su sistema penitenciario y de reinserción, reconociendo que la rehabilitación es una inversión en la sociedad en su conjunto. Es esencial reconocer la importancia de acercar las cárceles a las ciudades y las comunidades para fomentar la reintegración efectiva. Al disminuir la distancia física y emocional entre la sociedad y las instituciones penitenciarias, podemos trabajar hacia una mayor comprensión y apoyo a la rehabilitación de los internos. La justicia restaurativa y la importancia de hacer comprender al interno el impacto de sus acciones en la sociedad son un pilar esencial de la reeducación. Además, debemos eliminar el tabú que rodea la discusión de temas relacionados con la reinserción y el sistema penitenciario. El papel de la criminología y fomentar una sociedad donde haya menos crímenes son claves también. Abrir un diálogo público honesto y constructivo es fundamental para construir una sociedad más justa y compasiva que ofrezca segundas oportunidades a aquellos que buscan redimirse. La reinserción social no solo es una cuestión de justicia, sino también de sabiduría y humanidad que muestra qué tipo de sociedad futura queremos construir.
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