Hace unos días conocíamos la noticia de un interno que había aparecido ahorcado con el cordón de una zapatilla. Aunque compartía celda con otro recluso, parece que habría aprovechado una salida de su compañero a una diligencia judicial. Por desgracia, para los funcionarios de prisiones, esto es algo más habitual de lo que la gente imagina. España es el cuarto país europeo con más casos de suicidio en las prisiones. En 2020, 62 presos se quitaron la vida en una cárcel española. En el 2021, fueron 32. Además hay cientos de intentos de suicidio fallidos cada año.
Sí. La muerte por suicidio es la primera causa de muerte no natural en España desde 2008. Y en prisión, el número de suicidios es aproximadamente 20 veces mayor que entre la población en general. Es algo más elevado, además, en el caso de presos preventivos (que están a la espera de juicio) que en el de presos condenados.
Perder la relación con el entorno habitual y convivir las 24 horas con personas desconocidas eleva el nivel de estrés y ansiedad en las personas privadas de libertad. Mucho más si el internamiento ha sido repentino, si existe falta de información, hay síndrome de abstinencia (en personas drogodependientes), o si se trata de una caso con impacto mediático.
Las probabilidades de suicidio son mayores en las primeras horas y días de internamiento. Con carácter general, los recién ingresados comparten celda, evitando así situaciones de aislamiento. Si el número es impar se completan las parejas con un interno de apoyo o de confianza. Sin embargo, tener próxima la salida en libertad, el primer permiso de salida o el pase a régimen abierto a veces aumenta también las probabilidades de intento de suicidio. La perspectiva de reencontrarse con un medio que fue hostil o que puede haber cambiado completamente en su ausencia, supone una situación traumática para algunos internos.
La Administración debe “velar por la vida, la integridad y la salud de los internos” (art. 3.4 de la Ley Orgánica General Penitenciaria). Por ello, existe desde 2014 el denominado Programa de Prevención de Suicidios, conocido entre los trabajadores penitenciarios como “PPS”. Se encuentra regulado en la Instrucción 5/2014 de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias. El programa contempla también otras medidas, como la retirada de objetos o materiales con los que pudieran hacerse daño o la posibilidad de contar con mayor seguimiento por parte del psicólogo. También se intenta favorecer que estén comunicados con su familia y allegados.
El ingreso es un momento especialmente crítico. La persona recién llegada debe ser evaluada lo antes posible por un médico y un psicólogo. Si se decide incluirlo en el programa PPS (en ese momento o posteriormente) debe permanecer en el programa al menos dos semanas. El tiempo máximo depende de su evolución. Semanalmente se evalúa su evolución y se acuerda mantenerlo en el programa, modificar las medidas adoptadas, o darle de baja en PPS si deja de existir riesgo.
Los "internos de apoyo" son reclusos que llevan más tiempo y acompañan a la persona en PPS para evitar momentos de soledad. Existen diferentes niveles de seguimiento: compartir celda, acompañarlo en las actividades no colectivas, o estar con él las 24 horas (en este caso se denominan "internos sombra"). Esta función la desempeñan internos formados y seleccionados en función de su experiencia y habilidades. Es un papel difícil, sobre todo si cargan con la responsabilidad 24 horas al día. Más aún si llegan a ser testigos de suicidios (o intentos), por el impacto psicológico que esto supone. Se trata de una labor voluntaria y no remunerada. Eso sí, según mi experiencia, en las Juntas de Tratamiento esta labor se valora muy positivamente de cara a posibles beneficios penitenciarios. Y es habitual que se les concedan recompensas por ello.
La rápida intervención de los funcionarios de prisiones ha evitado la consumación de numerosos suicidios. Enfrentar estas situaciones es algo relativamente habitual en su trabajo. La observación constante de los internos es fundamental para detectar posibles factores de riesgo de conductas suicidas. Los trabajadores penitenciarios de las distintas áreas (vigilancia, tratamiento, sanidad) colaboran en ello y deben poner en conocimiento cualquier información relevante para evitarlas. Sin embargo, la labor de observación directa del personal de vigilancia tiene una importancia de primer orden, ya que son los que mejor conocen las pautas de comportamiento de cada interno y sus variaciones. Gracias a ello detectan fácilmente problemas que puedan derivar en una conducta autolítica.
Suicidios dentro de una prisión en España
Opino que debería aumentarse la formación y el apoyo psicológico de los funcionarios de vigilancia para ayudarles a manejar estas situaciones de elevada tensión y alto impacto emocional. El papel que desempeñan los internos de apoyo debería atribuirse a personal funcionario capacitado, en lugar de a personas reclusas, a las que no cabe exigir responsabilidad en caso de un fatal desenlace. Aunque los internos de apoyo en ningún caso sustituyen a los profesionales, en realidad están desempeñando funciones que son propias de la Administración penitenciaria.
Jurista del Cuerpo Superior Técnico de Instituciones Penitenciarias
12 años de experiencia en prisiones. Autora de juristadeprisiones.com desde 2014, un blog sobre el desconocido mundo de la cárcel. Aboga por un reconocimiento real del papel de la Criminología en las prisiones.
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